jueves, diciembre 30, 2010


A 6 años de la tragedia remito al post de 2006!!!



A DOS AÑOS DEL 30 D

La patria cromagnona nos cuestiona


In memoriam, a las 194 víctimas.

Un jazmín para sus almas jóvenes!!!

“El sobrevivir obliga”
Koos Koster, periodista holandés asesinado en El Salvador en 1980.

domingo, diciembre 12, 2010

Nuestra definición existencial

fragmentada y con otras reflexiones...

Siempre comienzo mis clases sobre materias tangueras parafraseando a Duke Ellington y diciendo que el tango es la única cultural original que Argentina le dio al mundo. Y ahora le agrego una cita de mi amigo, el escritor polaco Riszard Kapuzcinski: “para comprender la propia cultura hay que comprender antes las otras”. La identidad se realiza en concordia o en confrontación con la alteridad.

Por mi experiencia universitaria en Buenos Aires cuando estuve en la Universidad Nacional y Popular acompañando a Paco Urondo, a Héctor Schmucler, a Ángel Núñez, a Aníbal Ford, a Eduardo Romano, a Jorge Rivera y por la extranjera como docente en Utrecht y Amsterdam, puedo decir que dictaba Tango -como expresión cultural, su lengua, su desarrollo, su poesía- a nivel universitario en la Gemeente Universiteit van Amsterdam desde 1982. Hace mucho... mucho antes del revival del tango. Puedo decir que, después del revival, personas como Karel Kraaienhof -con quien íbamos junto con Luis Labraña y Juan Tajes de gira por los Países Bajos y Bélgica cuano él empezaba a tocar el bandoneón- logran dar cátedra bandoneón y tango en la principal escuela de Altos Estudios de Música de Europa, la Hoge Rijksschool van Utrecht.

Hubo y hay muchas políticas de diferentes gestiones para realzar al tango. Es un placer pensar que el tango va más allá de las políticas partidarias, que es una política de estado y que si algo puede aunar declaraciones y esfuerzos es el tango. (Tal vez los únicos que no lo tomen como tal sean los tangueros que algunos siguen con el tango del jopo y otros pretenden estar en la vanguardia. Pero en todos lados se cuecen habas.)

Me parece cualquier esfuerzo mancomunado por quienes saben y por quienes quieren al tango para hacer del tango un estudio superior es válido. Con estructuras y requisitos pertinentes. Pero sin demagogias sin banderías políticas, por favor.

Se superaron muchas barreras, muchos cambios y muchas desilusiones. Y lo importante no está en triunfar sino en seguir.

El tango es una gran atracción y un gran negocio no sólo aquí sino en el mundo y muchos vienen a Buenos Aires como a la Meca. De distintos lugares llegan a Buenos Aires como si vinieran a la fuente de la sabiduría tanguera. Pero sepamos que la sabiduría es una búsqueda que nace de la duda y no del empecinamiento doctrinario.

Finalmente... si la identidad no fuera como la lengua, como la cultura... nunca acabada, si no fuera como el río de Heráclito..., si, a pesar del movimiento y del cambio constantes, no tamizara rasgos que van quedando impresos, sedimentados, cuya sumatoria nos deja esa marca, ese sello, nuestra impronta porteña, la huella que dejaremos.

Si no fuera de ese modo, el tango no sería ese fenómeno original que nos caracteriza y determina, que nos señala y nos personaliza, nuestro signo identificatorio, nuestro puerto cultural más reconocido, nuestra puerta más auténtica al mundo, nuestra identidad y nuestra alteridad, nuestro ser y nuestro no ser, nuestro yo y nuestro nosotros... que a menudo sabemos más de intolerancias que de concordias...

Si no fuera así el tango no sería esa “posibilidad infinita”..., nuestra definición existencial bajo este cielo celeste celeste, bajo este cielo fullero con la cruz del sur.

© ® Ana Sebastián, 11 de diciembre de 2010.

Fragmentos de las palabras pronunciadas en el Cierre del año lectivo del Cetba - Hotel Abasto Plaza - Buenos Aires.


Hoy es el Día del Tango. Como creo que la historia no es -como suele repetirse ahora- un relato, sino que son hechos que uno puede relatar de una u otra manera, pero que esencialmente son hechos -nos gusten o no nos gusten-, me referiré brevemente a este día cuyo mentor fue Mauricio Brenner, más conocido en el ambiente como Ben Molar, personaje además de Leopoldo Marechal en su novela Megafón o la guerra. en que aparece como Demonio Ben

El demonio Ben recorrió desde fines de los sesenta despachos oficiales con el proyecto de instituir el Día del Tango y durante once años vio cómo se cajoneaban sus solicitudes.


Finalmente un día intimó al entonces Secretario de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires, Ricardo Freixá, con hacer una gran movilización y un festival monstruo en el Luna Park en apoyo del Día del Tango en el que contaría cómo su proyecto estaba cajoneado. Y era verdad porque, junto con la Asociación Amigos de la Calle Corrientes, le había pedido a Tito Lectoure el Luna Park para el 11 de diciembre. A las pocas horas del ultimátum -o del apriete, para decirlo en porteño- del Demonio Ben, se promulgaba el Decreto Nº 5830/77 de la Municipalidad de Buenos Aires.

El 29 de noviembre de 1977 Ben Molar recibió la noticia y el 11 de diciembre se celebró el festival con la presencia de casi todo el mundo tanguero. Ben había elegido ese día porque era la fecha de nacimiento de dos grandes del tango: Carlos Gardel y Julio De Caro. Y esa noche Julio De Caro recibió en el escenario el aplauso de todo el público que le cantó el cumpleaños feliz.

Pero Ben quería más. Cuando lo llamó el entonces Secretario de Cultura de la Nación, Dr. Raúl Alberto Casal, para que organizara una despedida tanguera del año en el Cervantes, contraatacó. Finalmente el 19 de diciembre en el Cervantes, en la despedida tanguera se dio lectura al Decreto Nº 3781/77 del 19 de diciembre de 1977 que establece el 11 de diciembre como Día Nacional del Tango. Nos guste o no nos guste. Ésta es la historia y no otras que circulan por internet en que se atribuye esta institución legislativa a personalidades políticas recientes. De modo que el día del tango tiene 33 años.

Foto: Ben Molar (centro) - Nelson Osorio (izq.) - Ana Sebastián (der.), oct. 1996.



DÍA DEL TANGO

CIERRE DEL AÑO LECTIVO 2010

CENTRO EDUCATIVO DEL TANGO

DE BUENOS AIRES

Luego de explicar el origen e historia del Día del Tango, el 11 de diciembre de 2010 continué exponiendo la historia y situación del CETBA a partir de las averiguaciones que hice con diversos protagonistas que estuvieron, de una u otra manera, relacionados desde el principio con el Centro. Y expuse lo siguiente:

“Este speech que me solicitaron me conminó a un compromiso: hablar del Centro en el contexto de la institucionalización de nuestra cultura tanguera, lo que me obligó a investigar algunas cosas.

En 1991 Oscar del Priore tenía, como casi siempre, un programa en Radio Municipal y tenía un oyente habitué que solía comunicarse con él, el profesor Gustavo Cirigliano que fue quien le envió una nota al entonces Intendente Carlos Grosso con la idea de crear una universidad exclusiva para enseñanza del tango. Grosso le pasó a su Secretario de Educación y Cultura Osvaldo Devries y le pidió que organizara una reunión con Del Priore. Después de la reunión, Del Priore quedó encargado de armar la estructura que, según él pensaba, tenía un año para preparar y empezar en 1992.

Inicialmente se pensó en Historia del Tango. Del Priore convocó a Héctor Negro, Alberto Penas, Rodolfo Selles, José Gobello y Roberto Gutiérrez Miglio -que quedó después como Secretario- y llamó a Miguel Zotto para que pensara algo para Danza.

En un momento dado, a instancias de la voluntad política, lo llamaron para que comenzara a mitad de año, en el segundo cuatrimestre del 91.

La presentación fue a todo vapor en el mes de agosto en el Teatro Gral. San Martín con la Orquesta del Tango de Buenos Aires y la presencia del Intendente, del Secretario Devries, del entonces Subsecretario de Cultura, Horacio Salas, que también fue un entusiasta del proyecto y del de Educación, Daniel Filmus, otras autoridades y personalidades del mundo tanguero.

Así empezó con Gobello, Selles, Negro y para danza, como Zotto seguía pensando cómo definir la carrera, Del Priore se comunicó con Gloria y Eduardo que le recomendaron a una alumna suya, Liliana Torres Calívar para hacer lo que fuera originalmente una especie de extensión universitaria: un taller de danza. Liliana bailaba con Walter Ohringer. Pero hete aquí que ésta es una historia tanguera porque, a partir de ese comienzo y ese encuentro, la vida de Oscar y de Liliana cambió y terminó en una vida en común y un casamiento. ¿Romance de barrio?

El baile tuvo mucho éxito y se convirtió en el núcleo duro de lo que entonces pretendía ser la Universidad del Tango. Ya antes de terminar el año se hicieron cargo Rodolfo y Gloria Dinzel que siguen como Coordinadores de Danza. Y Danza sigue siendo lo que seduce y atrae a la mayoría de los asistentes al Centro hasta hoy. Lo digo yo que soy de historia. Pero no voy a hacer una historia falaz.

Según mis fuentes, el Devries quería que el rector fuera el prof. Gustavo Cirigliano, el de la iniciativa, éste se negó, incluso a ser docente y el rector fue Del Priore. Era requisito sine qua non tener el secundaria. Roberto Gutiérrez Miglio fue Secretario Académico y también hubo supervisión de No Formal de Luis Gianini.

Al principio arrancó en una escuela en Carlos Calvo y Entre Ríos y después -con baile ya en marcha- siguieron en el Instituto del Profesorado en Bajo Autopista de San Juan y Entre Ríos.

En el 92, cuando asume la gestión Bouer, la Dirección de No Formal nombra al Sr. Jorge Bal. No se cumplía el requisito el secundario y la idea de la universidad se terminó de diluir en 1995 con la promulgación de la Ley Nº no 24.521 de Educación Superior a la que estos estudios no pueden aplicar.

Por eso ya en la gestión de De la Rúa pasó a llamarse Centro Educativo del Tango de Buenos Aires. En esa gestión estuvo a cargo de Ricardo Ostuni y luego el mismo Ostuni propone al Escribano Natalio Etchegaray. En esa época funcionó un tiempo en la vieja cárcel de mujeres de Humberto I en San Telmo.

Ya en la gestión de Ibarra, el coordinador es Luis Tedesco que, tengo entendido, trae como colaboradora a Nélida Fernández. Cuando Tedesco renuncia, después de un tiempo, es nombrada Nelly, a quienes la mayoría conocen y que está aquí presente hasta que se jubila y es reemplazada por nuestro actual Coordinador Pablo Poliakoff.

Esta síntesis de la historia del Centro tal vez es aburrida pero creo que es esclarecedora ya que pone un poco en contexto al Centro y lo pone además dentro del contexto de las políticas de estado.

Esos eran coincidentes con el nacimiento de la Academia Nacional del Tango, con la posterior sanción de la Ley Eduardo Menem Nº 24.684 del 30 de agosto de 1996 por la que había bregado la Academia que declara "como parte integrante del patrimonio cultural de la Nación a la música típica denominada «tango», comprendiendo a todas sus manifestaciones artísticas, tales como su música, letra, danza y representaciones plásticas alusivas" y declara de “interés nacional las actividades que tengan por finalidad directa la promoción y difusión del tango, y en siete incisos de este artículo se especifican esas actividades, que no sólo se refieren a la difusión, sino que también habla de la enseñanza, investigaciones, construcción de instrumentos, conservación de documentos, lugares y monumentos; las obras científicas vinculadas con el género, etcétera.

El 14 de diciembre de 1998 finalmente se sanciona la Ley del Tango de la Ciudad de Buenos Aires de la que tuve el honor de ser una de las impulsoras.

En 2001 se presentó ante la Unesco la primera aplicación para la nominación del Tango Patrimonio Inmaterial de Humanidad con infructuoso resultado y finalmente en el año 2009 la Ciudad de Buenos Aires y de Montevideo presentamos y logramos -y digo logramos no como el mosquito del cuento sino porque tuve el honor de ser redactora de la presentación en las dos ocasiones- esa nominación para este patrimonio cultural identitario.

Este tipo de datos que tal vez parezcan irrelevantes no los traigo a colación por que sí, sino porque para mí es un placer pensar que el tango va más allá de las políticas partidarias, que es una política de estado y que si algo puede aunar declaraciones y esfuerzos es el tango, ese abrazo tanguero que es gratis como reza el cartelito que ahora pusieron en Agrelo. Tal vez los únicos que no lo tomen como tal sean los tangueros que algunos siguen con el tango del jopo y otros pretenden estar en la vanguardia. Pero en todos lados se cuecen habas.

El tango es una gran atracción y un gran negocio no sólo aquí sino en el mundo y muchos vienen a Buenos Aires como a la Meca. Por algo estamos en el Abasto y en este hotel.

Por eso me parece que cualquier esfuerzo mancomunado por quienes saben y por quienes quieren al tango para hacer del tango un estudio superior es válido. Con estructuras y requisitos pertinentes. Pero sin demagogias sin banderías políticas, por favor.

Estos pasados 20 años indican que se superaron muchas barreras, muchos cambios y muchas desilusiones.

También indican que lo importante no está en triunfar sino en seguir...

Que el año número 20 sea para poder perfeccionar, mejorar y poner en valor tanto los contenidos como su instrumentación y también dar satisfacción a las expectativas de quienes llegan aquí como si fueran a la fuente de la sabiduría tanguera. Y que sepamos que la sabiduría es una búsqueda que nace de la duda y no del adoquín doctrinario.

©® Ana Sebastián, 2010.

Como creo que la historia no es -como suele repetirse ahora- un relato, sino que son hechos que uno puede relatar de una u otra manera, pero que esencialmente son hechos -nos gusten o no nos gusten-, me referiré brevemente a este día cuyo mentor fue Mauricio Brenner, más conocido en el ambiente como Ben Molar, personaje además de Leopoldo Marechal en su novela Megafón o la guerra, en que aparece como Demonio Ben.


El demonio Ben recorrió desde fines de los sesenta despachos oficiales con el proyecto de instituir el Día del Tango y durante once años vio cómo se cajoneaban sus solicitudes. Finalmente un día intimó al entonces Secretario de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires, Ricardo Freixá, con hacer una gran movilización y un festival monstruo en el Luna Park en apoyo del Día del Tango en el que contaría cómo su proyecto estaba cajoneado. Y era verdad porque, junto con la Asociación Amigos de la Calle Corrientes, le había pedido a Tito Lectoure el Luna Park para el 11 de diciembre.

Pero el Demonio Ben quería más. Cuando lo llamó el entonces Secretario de Cultura de la Nación, Dr. Raúl Alberto Casal, para que organizara una despedida tanguera del año en el Cervantes, contraatacó. Finalmente el 19 de diciembre en el Cervantes. En esa despedida tanguera se dio lectura al Decreto Nº 3781/77 del 19 de diciembre de 1977 que establece el 11 de diciembre como Día Nacional del Tango.


Nos guste o no nos guste. El Día Nacional del Tango tiene 33 años!!!!


Ahora se festeja no sólo en Argentina sino que reina en todo el mundo!!! CHAN... CHAN...!!!!






Foto: Ben Molar (centro) - Nelson Osorio (derecha) - Ana Sebastián (izquierda) en ocasión del Año Marechaliano en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.








martes, noviembre 16, 2010



"Es más fácil destruir un átomo que destruir un prejuicio." Albert Einstein.

Finalmente salió este libro que es la síntesis de años de investigación, estudio, trabajo, discusiones y dolores de cabeza en el que expongo todo lo que vengo sosteniendo desde hace tiempo sobre temas como la lengua -elemento identitario de una sociedad-, el poder, los prejuicios, la exaltación o la burla ante los comportamientos lingüísticos según piacere, las situaciones de la lengua, la impostación, los usos.


Todo esto basándome en quienes me precedieron y están en el mismo tenor en este tipo de estudios y contra el pintoresquismo, el desprecio, la subestimación de algunas formas o hablantes y la sobreestimación de otros o de quienes se regodean en esa nueva forma que permitiría entrar en el terreno de los medios hispanos internacionales: el engendro del español neutro.

Trato -al estilo de J. M. Gutiérrez- la desvinculación de la dependencia lingüística de España y de clichés como "el español de Buenos Aires" o "el lunfardo: vocabulario del malvivir" o el mismísimo español neutro. En fin, expongo los elementos para demostrar que el porteño extendido es una lengua en toda su dimensión e intento su reivindicación como argentino metropolitano y como idioma nacional como se solía decir cuando teníamos la intención de ser una nación.

Diseño y composición: Alejandro Sicilia
Ilustración de tapa: El simulador - un chamuyero de Ariel Quiroga.
Adquisición vía este blog.

sábado, octubre 16, 2010


Gracias a Alicia Zadán, por quien conocí a Jorge Massetti y a Michel Lebrun

que incluyeron este texto en la revista Siècle 21

DE FUEGOS Y PALABRAS

Viniste a decir: / ¡Que corran el llanto, /
la sangre / y el fuego... / como el agua!”
León Felipe

Siempre se preguntó
qué fue primero:
fulgor o aullido,
susurro o pedernal,
palabra o fuego.
Laborioso encuentro
¿casual?
de ese infrahomínido
ancestro en la oscuridad
de horizontes inconmensurables,
de cielos relampagueantes,
infinitos, de eso que todavía
no sabía nominar estrellas.
Chasquido de la lengua
contra paladares precarios,
nasalidades ocasionales
para articular emociones,
dolores, amenazas...
más allá de la intuición
y el gesto.

La soledad, el desierto, el frío
lo conocen.
El temor, el hambre, el otro
lo conminan.

Dos piedras que se chocan.
El peligro, el asombro...
El deslumbre,
el calor, la contemplación tímida, inquietante o serena.
Brasas....
La devastación.
El fuego seduce,
abriga, acaricia, escalda, mata.

Balbuceos que se chocan.
Palabras, el consuelo,
advertencias, amores, amigos, adioses.
Aullidos....
Bálsamos.
La palabra seduce,
cuenta, encanta, miente, mata.

Abominó siempre de las palabras
de los tibios de alma.

Inventó fuegos eternos
para infiernos venideros.
Pólvoras,
fuegos y paraísos artificiales.
Torres que se desmoronarían
cientos de siglos más tarde al calor
de los infiernos terrestres, humanos,
demasiado humanos...

Abominó siempre de las palabras
de los escribas,
de los mandarines,
de los locutores de cuarta,
narradores frustrados
mediáticos pagos
por tiranuelos de turno.

La palabra arde. Es fuego.

Las palabras las encendería
como antorchas.
Y las apagaría
sin dejar cenizas....
rencores.

Las pasiones,
círculos de fuego
para saltar la vida
dejando llagas, cicatrices,
placeres inconclusos...
Figuras saliendo de las llamas.
Pasados para olvidar.
Futuros para volver a quemarse.
Palabras para el encuentro
y el desencuentro.
¿Qué será de mi vida sin tu fuego?
Una palabra perdida
en los círculos de los tiempos.
Sólo queda el crepúsculo,
lánguido... Otro fuego.

©Ana Sebastián, 2010


De feux et de mots

Traduit de l`espagnol (Argentine) par Michel Lebrun*

«Tu en vins à dire: Que les pleurs, la dang et le feu courent... comme l èau!»
León Felipe



On sést toujour demandé
ce quíl y eut d´abord:
éclat ou hurlement,
murmur ou silex,
parole ou feu.
Laborieuse rencontre
fortuite
de cet infrahumain
ancêtre dans l`obscurité
des horizons incommensurables,
des ciels étincelants,
infinis, de ce qu’ alors
on ne savait pas nommer étoiles?
Claquement de langue
contre des palais précaires,
nasalités occasionnellles
pour articuler des émotions,
des doleurs, des menaces...
au-delà de l’ intuition
et du geste.

La solitude, le désert, le froid
ils les connaissent.
La peur, la faim, l`autre
les menacent.

Deux pierres qui se choquent.
Le danger, la frayeur...
La fascination,
la chaleur, la contemplation timide, inquiète ou sereine,
Des braises...
La dévastation.
Le feu seduit,
protege, caresse, brûle, tue.

Balbutiements que s’ entrechoquent.
Pareles, le réconfort,
avertissement, amours, amis, adieux.
Hurlements...
Baumes.
La parole seduit,
raconte, enchante, met, tue.

On a toujours eu horreur des motes
des faibles d’esprit.

On a inventé des feux éternels
pour des enfers à venir.
Des poudres,
feux et paradis artificiels.
Des tours qui s’écrouleraient
des centaines des siècles plus tard dans la chaleur
des enfers terrestres, humains,
trop humains...

On a toujours eu en horreurs les mots
des scribes,
des mandarins,
des annonceurs de pacotille,
des narrateurs frustrés
gages médiatiques payés
par des tyranneaux de service.

La parole dévore. Elle est feu.

Les mots on les enflammerait
comme des torches.
Et on les éteindrait
san laisser cendres...
ni rancunes.

Les passions,
tourbillons de feu
pour vivre la vie
laissant plaies, cicatrices,
plaisirs inachevés...
Formes sortant des flammes.
Passés à oublier.
Futurs pour se brûler de nouveau.

Paroles pour le rencontre
et la rupture.
Que sera ma vie sans ton feu?
Un mot perdu
dans les tourbillons du temps.
Ne reste que le crépuscule,
languissant... Un autre feu.

Droits reservés.
Michel Lebrun est membre de la rédaction.
Siècle 21, Littérature & societé
Neuvième année nº 17, Paris, Automme – Hiver 2010.

Ver: http://siecle21.typead.fr/

martes, septiembre 28, 2010



A UN AÑO DE LA DENOMINACIÓN POR LA UNESCO


DEL


TANGO -


PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD
vaya este texto
de Tango, literatura e identidad © ® 2006
en homenaje a la única cultura original que dio esta tierra


NUESTRA DEFINICIÓN EXISTENCIAL




Si ese río no hubiera estado ahí -me pregunto- ese río ancho capaz de hacer naufragar al más osado, de hacer hociquear al más intrépido, ese río barroso capaz de hacer encallar las ilusiones más escondidas, ese río derramado capaz de esperanzar al más desahuciado... Si ese río no hubiese confundido ambiciones, delirios, caprichos, devaneos...
Si esa orilla occidental no hubiera tentado, fatal y patética sirena, a ese veterano de las guerras de Italia acusado para siempre de introducir los males de Venus en lo que sería el Sur del Nuevo Continente...
Si esos aires orilleros más templados que las febriles brisas tropicales y esa tierra plana no le hubieran abierto el apetito de establecerse al así llamado "Primer Adelantado" para luego sumirlo en el desasosiego de volver...
Si esos pocos cristianos que quedaron no se hubieran visto forzados a comer ratas, a tomar caldo de cordones de botines, a engañar el estómago con piezas cadavéricas blancas...
Si el Rey no hubiera mandado a Alonso Cabrera a prenderle fuego a esas ya ruinas desdichadas al borde de la pampa, eso que fue y sería la Ciudad de Santa María de los Buenos Aires...
Si el vasco venido de Paraguay cuarenta y cuatro años más tarde acompañado ya de criollos y de indios mansos no se hubiera empecinado en machacar en la tozudez de su estirpe y hubiera rumbeado para otro viento...
Si ese 11 de junio de 1580 no hubiera tenido la megalomanía o la certeza de planificar esa aldea con berretines de llegar a ser la Reina del Plata mientras marcaba ritualmente una cruz en el suelo mirando ese cielo celeste celeste como el supuesto cielo de Dios...
Si esos españoles que ya se creían los dueños de todo no hubieran intentado vanamente trampear tres veces la suerte para que el Santo Patrono fuera un santo castizo y no ese San Martín de Tours, ese húngaro de Czhombaply que llegó a ser obispo en Francia, que se empeñó en salir tres veces consecutivas como para decir: "Aquí estoy y aquí me quedo, el Patrono de estos lares seré yo y nadie me va a dar vuelta la taba". Premonición de que esa ciudad estaría destinada no sólo a los españoles, bajo ese otro cielo nocturno fullero con la otra cruz, la del sur...
Si algunos siglos más tarde esa aldea chata y húmeda, ni demasiado caliente, ni demasiado fría, no hubiera recogido a esos negros esclavos, adoradores de Shangó, batidores de parches, retumbadores de nostalgias africanas en el barrio del tambor, celebradores de reuniones por nación de origen para los que la gente decente de la época pediría prohibiciones, a las que años más tarde asistiría un señor que -coincidencia?- haría del color rojo su divisa, su contraseña, ese Restaurador de las Leyes que tuvo también su historia de arraigos y desarraigos...
Si esa ciudad no hubiera tenido una pampa atrás y un puerto adelante para que algunos se enriquecieran a costa de otros y se creyeran más que los otros....
Si, después de años de luchas, de desencuentros y fragores de ideas, de facones, lanzas y bayonetas, algunos no se hubieran propuesto esa reconversión del gaucho en peón o en asalariado, o esa conquista del desierto o esas leyes inmigratorias para atraer "a los muchachos buenos, de buena familia, educados, rubios, si fuera posible, de ojos celestes" para mejorar la raza nacional y popular, aunque entonces no se dijera así...
Si a esos terratenientes que, por un lado, querían hacer de ese Buenos Aires una París del Sur y, por el otro, preferían hablar francés en la estancia y si era posible, vivir propiamente en París, no les hubiera salido el tiro por la culata...
Si hubieran venido sólo duques y condes, ladies y obispos de verdad, cuáqueros y maestras californianas, anglosajonas, no mexicanas, si hubieran venido ésos que se pretendía: alfabetizados, no muertos de hambre, no gente con ideas raras, no perseguidos por la guerra, la desesperanza y la desolación...
Si no hubiera sido como fue que se vinieron esos campesinos ignorantes e intrépidos, esos aventureros sin blanca, esos comuneros luchadores y huelguistas, esos tránsfugas y bohemios que lindaban con la futura atorrantería, esas mujeres que dejaban aldea y familia para venir a probar suerte, a tener mejor vida que la que vivían, a ser lavanderas para otros, sirvientas de segundo rango, madres de futuras costureritas y que, a veces, ellas mismas terminaban en la así llamada "mala vida"...
Si esos pretendidos aristócratas porteños no se hubieron mudado primero del sur al norte ante el horror de la fiebre amarilla y, después, ante el horror de esa mezcla, de esa chusma que se juntaba en el patio del conventillo en los que se hacinaban recién llegados, ex-gauchos y negros postrimeros...
Si hubiese existido ese término o ese concepto o esa situación llamada "segunda generación" que estigmatiza al hijo del inmigrante nacido en el país que no se integra en la sociedad que acogió a sus padres, condenándolo al rencor del ghetto...
Si en el patio del conventillo no se hubiera dado esa integración, ese ir y venir de gente y sentimientos, de músicas y maneras de caminar, de silencios, de vocinglería, de ilusiones perdidas y sueños encontrados, de risas socarronas y nostalgias sollozantes...
Si ese hijo de inmigrantes no hubiera incorporado y transmitido gestos, formas canyengues de andar de los negros, esos aires compadres que lo imbuirían de sí mismo, si ese hijo de inmigrantes no se hubiera sentido intrínseca y definitivamente porteño...
Si ese hijo de inmigrantes no hubiese encontrado el tono staccato para decir sus amores y sus broncas, sus expresiones al revés, sus diminutivos tiernos, su tibia o fría ironía...
Si no hubiese acuñado el vos y el che, esas palabras tan propias sin importar su origen, tan intransferibles que sintetizó ese poeta Pascual Contursi para la cadencia de la voz gardeliana, no importa tampoco el origen...
Si la identidad no fuera como la lengua, como la cultura, nunca acabada, si no fuera como el río de Heráclito, si, a pesar del movimiento y del cambio constantes, no filtrara rasgos que van quedando impresos, sedimentados, cuya sumatoria nos deja esa marca, ese sello, nuestra impronta porteña, la huella que dejaremos...
Si no fuera de ese modo, el tango no sería ese fenómeno original que nos caracteriza y determina, que nos señala y nos personaliza, nuestro signo identificatorio, nuestro puerto cultural más reconocido, nuestra puerta más auténtica al mundo, nuestra identidad y nuestra alteridad, nuestro ser y nuestro no ser, nuestro yo y nuestro nosotros... nuestra definición existencial bajo este cielo celeste celeste, bajo este cielo fullero con la cruz del sur.

lunes, julio 19, 2010

















EN LA LUNA DE LA AMISTAD














A Diego Ruy Frondizi, Manolo Belloni,
Paco Urondo, Ricardo Aragón,
la Gorda Cristina Onís, el Churi Escribano,
Tío Rufus, Néstor Sanmartino, Fernando Riera,
Nanina Rivarola, Carlos Ossa, Alberto Lobosco y otros,
amigos más que compañeros, in memoriam.

A Sarita, Mecha, Rosalba, Diego & flia.,
Matilde y Ricardo B. & flia., Carlitos M, Pelusa,
Raymond Arredondo, a Nicola Caaiazza, José Rentes de Carvalho,
Rudy, Jojo, Cherry Duyns & Joke, Jacqueline, Rosa & flie.
& todos los demás, viejos y nuevos amigos.

Siempre creí como Paco Urondo que lo mejor de la poesía es la amistad y más aun, como Scalabrini Ortiz, que “la amistad porteña era un olvido del egoísmo humano” que superaba barreras sociales, sexuales (el género en ese entonces era sólo un accidente gramatical), religiosas, ideológicas e incluso de fanatismos deportivos. No sé si fue la experiencia, los años, el machaque de determinados códigos más declamatorios que de acción, pero veo que hay una tendencia al quiebre de amistades, al menos como yo las entiendo, sin barreras conceptuales.


La conducción de las FAR y sus acólitos chupamedias le criticaron a Paco cuando cayó preso en febrero de 1973 fue que era un liberal por la práctica de la amistad y del bon-vivre: a Dixie, la casa quinta de Tortuguitas, iba otra gente -amigos, amigos de los hijos, hijos de los amigos-. La amistad era superior al compañerismo, a la camaradería. Conducción y compañeros que -a pesar de su solicitud de no ser enviado a algunas provincias en donde era muy conocido- terminó condenándolo a ir a militar a Mendoza como castigo ante el proceso interno que se le siguiera a solicitud de Lilí Mazaferro con el único cargo de infidelidad concubinal, ya que nunca se habían casado. ¡Lilí, nada menos, cuyo marido se había enterado de su relación cuando habían caído presos justamente en Dixie y que poco tiempo después sería la pareja de uno de los mejores "amigos" de Paco y embajadora orgánica en Europa desde fines de 1974. Condena que terminó con la vida de Urondo en un tiroteo.

Creo que me equivoqué al entender, en tiempos de idealización debido a la distancia, la frase de Scalabrini que diferencia la amistad porteña. A pesar de la exaltación de la diversidad, en los últimos tiempos veo cómo se empieza a instalar, sobre todo en algunos medios, esa convicción de que sólo se puede ser amigo cuando se piensa igual, cuando se tienen los mismos intereses, declaraciones y acciones comunes. Si no, como en esos tiempos de obsecuencia orgánica, te juzgan, te cortan el rostro, el chorro o el saludo. Acá o allá hay amigos y... amigos. Pero aquí es tan grande la necesidad de autoconvencimiento que nos vemos obligados a celebrar, a saludar, regalar, cenar, brindar incluso con conocidos, eventuales compañeros de circunstancia.

Creo sí que hay una amistad troncal -casi familiar- que no se determina por intereses, creencias, actividades o ideas comunes. Se elige de una vez y no se termina ni en la ausencia. Esos amigos con los que -como decía Emerson- se puede pensar en voz alta. Son los que están aunque no estén, los que piensan en vos aunque no te llamen el 20 de julio, los que no te acompañarían a la luna, pero te curarían de las heridas de cualquier caída, de cualquier fuga, de cualquier dificultad, de las quemaduras de un volcán. Son los amigos silenciosos y a veces nos acompañan sólo en el recuerdo. Son los que no te califican. Te quieren y punto. Y por ellos, aunque sea convencional, brindo porque gracias a ellos pasé y paso mis peores y mejores momentos. Proost!!!

lunes, julio 12, 2010




Desde chica me gustó el fútbol. En mi adolescencia y juventud seguía mis colores, los trapos, como se dice ahora, con todos los altibajos de la pasión. En 1978 estuve -con unos pocos compatriotas- contra el boycot y quedé afónica gritando ¡Argentina campeón! en Holanda, cuando recién empezaba mi vida de refugiada. En 1986, mientras los holandeses gritaban los goles de Alemania, los gozamos - junto a turcos y marroquíes del Kinkerbuurt, nuestro barrio amsterdamés- cuando salimos campeones. Tengo enmarcado y colgado, al lado de otros diplomas, el que me supe ganar del Primer Gran DT que le enrostro a todos los hombres de mi familia y amistad cuando me vienen a chamuyar sobre fútbol. No necesito a nadie que me indique "a la derecha de su pantalla, señora..." Primero, porque no soy señora y, segundo, porque no me gusta el fútbol por tv, sino en el fragor del tablón. Tuve una columna sudamericana en el semanario cultural Forum en la que llegué a comparar una gambeta con un paso de ballet. De modo que me considero idónea sobre el particular. Sinceramente, ante la definición del Campeonato Mundial de Sudáfrica, sólo esperaba buen fútbol, garra y me daba lo mismo que ganara uno u otro. Corre por mis venas sangre gallega, pero agradezco al reino y al pueblo de Holanda el asilo, la hospitalidad, el haber podido volver a estudiar, trabajar, publicar, opinar... De hecho también tengo más amigos holandeses que españoles. Pero me daba igual hasta el día en que Holanda llegó a finalista y, ante la pregunta de alguien sobre si estaba o no contenta y mi respuesta afirmativa, un muchacho se entrometió con la siguiente observación: "¡A Máxima me gustaría verla presa!" Me sorprendió y le respondí: "¿Por qué? ¿Por portación de apellido? Con ese criterio mi hijo tendría que estar muerto porque sus padres fueron guerrilleros..." "¡No, es un chiste!" trató de sonreír balbuceando pusilánime. Por lo poco que sé de Freud, eso no es ningún chiste.


El domingo puse el partido mudo y seguí haciendo mis cosas porque, como dije, no me gusta verlo por la tele. Hubo garra, pasión y lo que hay que poner en los partidos. Uruguay tuvo el mejor jugador. Mandela estuvo presente. Lo sentí por mis amigos holandeses. Pero los hechos, hechos son: España es el nuevo campeón. Lo peor del resultado hasta ese momento era que el pulpito Paul había acertado y eso me traería problemas de conciencia y una gran culpa de seudo antropofagia cuando me dispusiera a comerme uno de mis platos preferidos: pulpo a la gallega.


Hoy a la mañana oí en una FM a una conductora muy reconocida declarar socarronamente: "¡Me gusta: Máxima no estuvo tan depre desde que empezó la democracia!" Algo semejante repitiò otro periodista del espectáculo. Realmente esto colma mi inteligencia y mi sensibilidad.


¡Somos vivos, somos! ¡Por eso nos quieren en todos lados!


En plena decadencia española, Miguel de Unamuno dijo que la envidia era el mal nacional, que los españoles eran hijos de Caín. No sé si aquí se heredó la envidia de los españolesl. Pero cierta idiotez teñida de superioridad canchera es absolutamente nacional, popular y encima progre. Por eso vaya mi homenaje a los Oranje y a esa casa real que sabe de ubicación, que lleva a sus hijos al cole en bici de la misma manera que lo hacía lyo, que puede enseñar algo acerca de la tolerancia, de la concordia. Y sobre todo, no nos olvidemos: fue la primera democracia del mundo. ¡Máxima, chapeau a vos y a los nederlanders amigos! Suscribe una plebeya de alma.


martes, mayo 25, 2010




BICENTENARIO

“La esperanza es un deber del sentimiento”
Fernando Pessoa.


Hace casi cuarenta años yo había abandonado mi forma de escribir de adolescente seguidora vallejiana para escribir poemas heroicos en romance, con lenguaje fácil para que los pudieran entender mis compañeros. A Gerardo Burgos –el Chino Godoy-, luego de su muerte, se le encontraron unas copias a mano de mis poemas de entonces en la casilla de la Villa Itatí en donde vivía. Algunos versos subsisten en placas de bronce en bóvedas y tumbas de algunos compañeros, incluso en bóvedas y tumbas que han sido vaciadas. Esas placas de bronce sobrevivieron, increíblemente, salvadas del tiempo y de los saqueos.
Eran épocas en que nos ofrendábamos al heroísmo y a la patria, que era más que una mera palabra. La patria se engarzaba con un sentimiento profundo ambivalente, entre doloroso y alegre, con voz de esperanza. Pero de cualquier modo, esa exaltación era cotidiana. Por eso cantábamos con énfasis exagerado la última cuarteta del himno.

De esa época son estos malos versos de un poema que titulaba
25 de mayo 1972
“Si la lluvia nos arrecia
no nos puede apagar en el alma
el fuego que nos quema.
Si el sol se nos esconde
este 25 de mayo
hagamos patria, al menos,
a la luz de una vela.”
El poema continuaba... En 1973 Paco Urondo, desde la cárcel de Villa Devoto, me criticaba éste y otros poemas por su rima, por sus pobres metáforas, su métrica... Esa crítica me devolvió a mi voz anterior y a la futura.

Hace poco, ante mis saludos de Pascua con la frase de Pessoa, un amigo mío europeo me respondía: “La palabra «esperanza» [...] es demasiada cargada de buenos sentimientos cristianos (religiosos) muy extraña a la realidad y no me conviene porque es de una vaciedad incomensurable: es que no creo en ningún cielo.”

No creo en vaciedades inconmensurables sino en vaciedades de sentimientos. No creo que la esperanza tenga que ver con cielos sino con necesidades y humanidades imperfectas. No creo en muchos mitos, pero sé lo que queda en el fondo de la caja de Pandora después de que Epimeteo la abre y se esparcen todos los males por la tierra.

La ilusión nos puede mentir. La esperanza es un don que nos permite enfrentar momentos difíciles.

En este Bicentenario de la concepción de la Patria en que me duele tal vez más que en 1972 porque corrió mucha sangre, tengo más años, hay menos tiempo, sí creo que debe seguir de pie ese “deber del sentimiento”.



Historias

¿Y eso? Decime
qué va a ser ahora
de esos jóvenes
que hace ya tantos años
se pudren.
No. No sólo los nuestros,
los de cualquier parte,
los que murieron
con una ilusión
de un mundo nuevo
en los labios enterrados
con cualquier bandera,
eliminados con cualquier consigna.
¿Los tacharon de la memoria?
¿Los convertirán en los malos
de la telenovela?
¿Quedarán como los grandes
boludos del siglo XX
los que querían cambiar
la historia,
ahora que es transparente
oomo un vidrio
que la historia
no absuelve nada más
que a los que ganan
y, por lo demás,
miente, miente, miente?

de Objeto directo, 1999.



© Ana Sebastián, 2010.

sábado, abril 03, 2010

NADIE TE PAGABA POR CALLAR


A dos días de comenzado el otoño, pasadas las nueve y media de la noche del 23 de marzo de 1976 en la entrada de la Estación Retiro me encontraba con la gorda Cristina a la salida del laburo. Retiro no era el mercado persa que es hoy. La gorda no era tan gorda. Para nosotros era la gorda: más carnosa, más rellena, más voluptuosa que las minas que tan bien nos cariturizaba El caudillo. Ella salía de Pisk, la marroquinería de al lado de Círculo Militar. Yo, de Gucci, del Gucci trucho que estaba en Libertad y Arenales. Ella tomaría un ramal, yo, otro. “Mañana es el golpe” me susurró con su picardía. Estábamos entusiastas, casi excitadas. Ninguna militaba ya. En el clima de la época, expresión remanida pero precisa, pensábamos que el golpe agudizaría las contradicciones, se terminaría la Triple A y los parapoliciales que le habían matado a su amor hacía casi un otoño, el pueblo se terminaría de definir del lado revolucionario, la guerra sería cruenta, pero no tan prolongada como se la veía hacía unos años cuando en burla decíamos tautológicamente: larga y prolongada.

Ese susurro en el hall era el último preludio de lo que todos esperaban, salvo algunos fanáticos isabelistas.

Primero fue la ilusión de que las cosas volverían a su lugar, blanco y negro, de que así se ganaría. La Opinión y La tarde propiciaban el golpe, aunque algunos de sus periodistas serían levantados, desaparecerían, morirían... Si no, preguntar a la mujer de Haroldo Conti, a los hijos de Paco Urondo.

Después... sindicalistas y funcionarios, borrándose a tiempo como Casildo. Poco a poco la futura victoria se transformaría en pérdidas: clandestinidad, secuestro –desaparecido no se conocía en nuestra jerga-, aislamiento en Magdalena o en Las Lomitas, refugio en el territorio intocable de alguna embajada, torturas, saqueos, campos clandestinos, hijos arrancados a sus padres, huídas, exilios, muerte mano a mano, tiro a tiro, o marcado por el dedo chupado de la traición. “Por la puerta de la traición han entrado nuestros enemigos, salvo aquéllos que estaban dentro y le franquearon la puerta” supo decir Antonio Machado en sus últimos días de amargura exilar.

Casi inmediatamente: nombramientos en embajadas, intendencias, secretarías de estado, conservadores, socialistas, radicales. Aplausos comunistas porque los generales comerciaban con la URSS, la gran madre Rusia -como la había llamado Raúl González Tuñón-. Y “había militares democráticos” (sic) como diría Ernesto Sábato luego del almuerzo en que el único que se atrevió a preguntarle a Videla por el paradero de Haroldo Conti fue el padre Castellani!!!

Democracia no estaba en el vocabulario ni en el pensamiento de nadie por ese entonces. Sábato usó el calificativo en esa oportunidad y los representantes del Partido Comunista Argentino la repitieron ad infinitum en México, en Europa ante el Mundial del 78 que todos queríamos ganar.

La gorda no estaba en política. Iba en su Citroën rojo. Ese verano había sido la encargada por nuestros amigos de comprar el regalo para mi cumpleaños, un corazón y un anillo de ébano y un lorito colorido, artesanías de la Galería del Este.

Nos encontrábamos a la salida del trabajo. Los sábados íbamos a cenar al Gambrinus de Urquiza o a algún lugar del centro. A veces se levantaba algún pendejo úsalo y tíralo. Después del encame, lo comparaba con su amor asesinado y salía huyendo en el Citroën rojo. O venía a nuestra casa, le enseñaba química al hombre de mi vida, comíamos. Nos reíamos de sus levantes, de nuestros conocidos, de nuestros amigos, de una vidente que le auguraba un futuro promisorio, que no pudo ver que era una mujer llorando su viudez en silencio, de un amigo virgen que, incomprensiblemente, resistió a sus encantos. Un día apareció una cucaracha en la casa y nosotros hicimos un escándalo. Ella disparaba la máquina de fotos y se reía... Se reía de nosotros.

Los primeros días de junio me pidió mi tapado prestado para el sábado en que iba a llevar a su madre al teatro. El 6 de junio ni bien llegué a Gucci la llamé a Pisk -adonde yo también había trabajado- para combinar cuándo se lo daría. Me atendió el yerno del dueño. Me dijo que todavía no había llegado. Raro. A los diez minutos, Lidia, la encargada de Gucci, me pasa el teléfono. Era el yerno de Pisk: “Me llamó la madre de Cristina. La secuestraron. A los padres los encerraron en el baño. Les llevaron hasta el calefón y el teléfono. Tuvieron que ir a un vecino para llamarnos.” Subí a la oficina de Gucci, pedí mi liquidación y me fui a mi casa, la de Estomba y la vía en la que llegaríamos a vivir -con alternancias- un año largo hasta que nos tuvimos que ir del país.

Después de mucho tiempo me enteré de que la habían secuestrado porque había trabajado en la Comisión de Energía Atómica.

La gorda nunca pudo usar mi tapado. No pudo llevar a su madre al teatro. Le gustaba la vida, el amor, las plantas, la buena comida, la risa, el buen vino. Habíamos brindado con champagne en noviembre cuando murió Franco. Su padre republicano exiliado se hacía llamar General Miaja.

No había sorpresa. Había incertidumbre, dolor. Eran los riesgos de la época.
La gorda nunca habló.
La gorda nunca volvió.

Nadie te pagaba para rendirte o para traicionar.

Nadie te pagaba para cantar, dedear o callar. Ella eligió callar. Mantuvo los códigos. En el límite estás solo con tu propia conciencia, con tu poca o mucha humanidad. La gorda fue héroe sin saber que lo sería.

Cuando yo fui a ver a la abuela de Paso del Rey, verdadera vidente, a preguntarle por ella, al hacer un ademán, el anillo de ébano que la gorda había elegido para mí saltó del dedo en pedazos. La abuela se calló un minuto: “es un mal signo... vos andá tranquila, pero es un mal signo para tu amiga.” Dos veces más se me saltaron anillos en pedazos. No puedo nunca olvidar ese primer anillo que se rompía solo.... la angustia de lo desconocido.

“Es fácil ser héroe cuando la guerra terminó”. Ahora todos hablan, memorizan, dictaminan. Los jóvenes que no la vivieron porque endiosaron una parte sin saber que andábamos en pelotas y amábamos la vida. Los que la vivieron y se frustraron piensan que están en una nueva adolescencia, siguen como si no hubiera corrido sangre y dolor bajo los puentes de aquí y de tantos lugares y levantan el índice: “victoria o muerte”. Para ellos no cayeron muros y menos si se puede lucrar con la muerte. Los que miraban con la ñata contra el vidrio, ésos, quieren vivir lo que nunca vivieron o lo que les fue indiferente como el que conoció demasiado tarde las delicias del goce y se regodea pensando en las masturbaciones que no tuvo por una supuesta revolución que les pasó delante de las narices mientras ellos estaban en otra. La oportunidad no llama dos veces y quedan en la masturbación senil. La mueca de lo que pudieron ser.

No pensé que iba a escribir sobre la gorda y ese susurro en la noche del 76. Pero en la madrugada del 24 de marzo de este 2010 oí a un mentado periodista, con voz de sapiencia, engolada, manierista –diría- comentar que Rodolfo Walsh no usaba esos anteojos gruesos –yo hubiera dicho con culo de botella- porque se las quería dar de intelectual y “eso lo impulsa de que...” Semejante estupidez con dequeísmo incluído fue suficiente. Hice zapping radial.

Esas palabras me quedaron colgando todo el día... Las lentes de contacto eran un lujo lejano en el 76 y más para un chicato como Walsh que no tenía más remedio que usar esos anteojos para ver y descifrar la vida. Me acordé de Walsh en los tiempos en que lo evocaba esta personalidad mediática y de sus pensamientos: “... hasta que te das cuenta de que tenés un arma: la máquina de escribir. Según como la manejés es un abanico o es una pistola....” Y de esa otra: “... a Borges nadie le pide que escriba una novela...” En los recovecos de mi ignorancia se me aparecía el Walsh de los 70, silencioso, perspicaz... En La bomba Demóstenes lo podría haber tildado “El zorro”, igual que a Roca, y dibujado con cara celta y sus lentes cuadrados...

Quien en la madrugada radial se llenaba tanto la boca, tanto que metía dequeísmos que hubieran sacado la peor socarronería de Gelman o el humor de Urondo, en esa época -decía- ese veterano comunicador manierista (¿o me equivoqué y es amanerado?) sería redactor del gran diario argentino y, según contarían algunas malas lenguas, solía vérselo patinando -literal- desde Palermo al laburo en patines con rueditas. No existían los skateboards. Por ese entonces esta personalidad pontificante entrevistaría a Borges y a Sábato. Había elegido el abanico de la escritura... Si Walsh viviera -pensaba mientras iba tambaleando en el colectivo- tal vez sólo lo miraría con desprecio detrás de los culos de botella o tal vez, si se hubiera atrevido a llenarse la boca con alguna boludez semejante, Walsh le hubiera dado dos cachetadas como se hace con un pendejo impertinente. Casi seguro, no hubiera gastado pólvora en chimangos. Walsh no era justamente borgiano y patinador. Tenía otros intereses, inquietudes y debilidades. No es apología, pero respetemos al menos que vivió y murió convencido de lo que hacía cuando se dio cuenta de que se iba a jugar por lo que consideró sus ideales -equivocado o no-. Nadie le pagó culada de pesos por escribir sus testimonios, sus cartas. Salvo lo que hizo como corrector o traductor excelente de novelas negras que él hubiera deseado escribir, como cualquier empleado, como cualquiera de los de a pie que venden su fuerza de trabajo por salario. Nadie se hubiera atrevido a decirle qué tenía que buscar, qué investigar, qué escribir, qué decir. Y decía poco. No era complaciente. No recibía suculentos honorarios para ocultar, callar o hablar lo que le indicaban. La palabra tenía otro precio, el precio de la vida y de la muerte.

Walsh, Paco, la gorda y tantos otros arriesgaban la vida, el honor, la menta, la llegada al límite sin saber qué sería de su propia humanidad, si el heroísmo o la degradación.

Ahora intelectuales de pacotilla no arriesgan nada. Dictaminan, juzgan, se burlan, pontifican, enjuician, endiosan, demonizan. Revolucionarios post la sangre y atrás de la guita. No sacan los pies del plato, no sea cosa que les tiren de las orejas. Son sabelotodos complacientes como los viejos monitores de los maestros, son orejas. Puro chamuyo.

Si viviera la gorda, me susurraría: “Son montoneritos pusilánimes. No tiraron ni un tomate. Y encima les pagan para decir lo que dicen.” Y nos reiríamos.

En la historia no valen las chicanas. Y hoy me duelen los auténticos. Me duelen porque muchos murieron y los que quedaron, son escasos.


© Ana Sebastián, de Memorias impertinentes, 2010.