martes, junio 07, 2016

DÍA EL PERIODISTA


DÍA DEL PERIODISTA

Hace unos días encontré este manuscrito de una columna de radio que hice hace casi veinte años de ¡Viva la buena gente! y decidí postearlo porque pensé que todavía tenía actualidad.

        Hoy, como bien se sabe, es el día del periodista y si vamos a la historia, vemos que el gran desarrollo que se da en el periodismo está fundamentalmente relacionado a la revolución industrial y a la alfabetización.

         El antecesor del periodista como comunicador es el pregonero que portaba el bando del rey, virrey o patrón de turno.

         El antecesor del periodista como opinador es el ágora griega en donde se reunía discutir, la tertulia burguesa o el antro de conspiración, la logia.

         En Argentina el periodismo nace, se festeja, como periodismo de opinión, por lo tanto, político.

         La Gaceta es un órgano político. A ese nivel Mariano Moreno, un siglo antes que Lenin en su Qué hacer tuvo la sabiduría de crear un elemento difusor de ideas de la revolución de Mayo sin el cual pensaba que no se esclarecería el pueblo. Esto es un producto de la tertulia y de la conspiración.

         Pero ya instaladas en el poder es la substitución del pregonero. Se cuenta que cuando Castelli leyó las proclamas revolucionarias a los indios del Noroeste, nadie entendió nada. Era lógico. Las proclamas, los pregones, el periodismo tenía una prosa con florilegios del neoclasicismo francés y sólo la entendían los letrados.

         De un lado y de otro, siempre el periodismo es idea, es concepto, es opinión a transportar, a generar.

         En la actualidad se habla de comunicadores. La periodicidad, o sea, lo periódico, del periodismo se convierte especialmente en el apogeo de los medios nuestros en fugacidad, la velocidad de la noticia.

         La objetividad es absolutamente relativa y ocultadora del objetivo al que se quiere llegar.

         En los años 1930 surgió en Estados Unidos el llamado “New Journalism”, nuevo periodismo norteamericano, conocido como periodismo de investigación. José Hernández ya había hecho esto en Argentina sesenta años antes, cuando investigó el asesinato de El Chacho Peñaloza. Investigación que real como la que hizo Rodolfo Walsh sobre los acontecimientos de junio de 1956.

         Hoy en día los periodistas investigadores con más éxito suelen pagar los chimentos o chanchullos a porteros y ministros, a empresarios y a docentes, a funcionarios y a sirvientes. Las agencias recogen lo que sucede a diario y lo transmiten a los medios. Los periodistas lo recortan, agregan o cambian lo que les interesa o conviene para hacer una nota.

Nota que suele ser fugaz la mayoría de las veces o reiterativa cuando se persigue un fin o se ve que tiene gancho para el gran público.

         Nota que, en la mayoría de los casos, no forma a nadie sino que cubre el espacio gráfico, aéreo o televisivo.

         Muy pocos son los periodistas de investigación real, de opinión real que ayudan a pensar o a formar.

         Todos opinan, todos repiten pensando que el que recibe la noticia es más semejante a un loro que a un ser humano.

         Además tratan de disfrazar su profesión con los atributos del apostolado. Un apostolado remunerado, por supuesto.


         La conclusión es más una pregunta retórica: este cuarto poder, estos comunicadores, ¿nos comunican, nos informan o nos desinforman bombardeándonos con esas noticias fugaces o machacadas, recortadas e incluso inventadas que, en vez de ayudarnos a pensar, a vivir, nos castigan la otra fugacidad, la esperanza?


® © Ana Sebastián, 7 junio 1997.


          Ver también post 7 de junio 2012:


http://fugasyvolcanes.blogspot.com.ar/search?q=familia+de+periodistas